jueves, 6 de septiembre de 2007

GH, el fin de la inocencia

GH, el fin de la inocencia
Los participantes tienen plena consciencia del juego. Pero el público quiere más pasión y menos estrategia

Semanas atrás, Jorge Rial les anunció a los participantes de GH5 que la gala de nominaciones cambiaría de jueves a miércoles. "¿Qué pasa, no tenemos rating?", interpretó una de las participantes del juego, con cara preocupada y ante el silencio cómplice de sus compañeros. El conductor luego se excusaría diciendo: "Los chicos van muy rápido y Gran Hermano les sigue el ritmo".

Esta situación es un claro ejemplo de cómo las cosas cambiaron en la casa más famosa de la TV. Los chicos parecen egresados de la carrera reality show y todo lo analizan desde el posible éxito o no del programa. Saben cuál es la cámara que los está tomando y miran hacia ella buscando la complicidad del espectador. Ya conocen los horarios de transmisión y mandan saludos a sus novios o familiares cuando intuyen que están en vivo. Crecieron mirando Gran Hermano y saben muy bien cómo funciona el juego. "Ahhh, ya mostraron las imágenes, ¿no?", le contestó Juan Simón a Jorge Rial después de que el conductor le preguntara por el fin de semana, cuando tuvo una fuerte discusión con Damián.

En esta nueva versión del reality no hay desprevenidos ni se permite la ingenuidad. Las especulaciones acerca de los posibles próximos nominados, las conversaciones criticando a otros compañeros, o las votaciones espontáneas, tan mal vistas en las primeras ediciones, hoy son moneda corriente. Y el que no forma parte de ellas es tildado de "neutro" o, incluso, "cobarde". La paranoia domina la lógica de la casa y a los chicos les cuesta soltarse. De esta manera, el show de la vida misma deja de serlo para convertirse en un laboratorio de fríos jugadores.

Amores calculados

Hasta las relaciones amorosas se muestran abiertamente atravesadas por las reglas del juego: "¿Me perjudicará en el afuera?", le preguntaba Soledad a Andrea, intranquila por las consecuencias del romance que mantuvo con Alan y que significó el quiebre de la relación que tenía antes de entrar a la casa.

Las peleas entre los chicos se perciben más como estrategias de juego que como enfrentamientos reales. Muchas discusiones se desatan cuando uno de ellos decide provocar a un compañero para que muestre la hilacha y así generar un blanco para la próxima votación, marcando territorio y delimitando su grupo de pertenencia.

"Tranquilizate, negri, que no vean que estás llorando. Acá venimos a eliminarnos unos a otros", le dijo Mariana a Andrea el fin de semana. En otras palabras, Mariana -una de las jugadoras más tácticas y calculadoras- le estaba aconsejando a su cómplice y aliada que no se muestre débil porque eso es lo que los demás esperan que suceda para agazaparse y salir al ataque.

Sin embargo, el conocimiento excesivo de los mecanismos del juego no asegura el pase a la final. La pérdida de la inocencia y la exhibición de supuestas habilidades tácticas están siendo condenadas por el público desde dos ángulos: con pérdida de rating con respecto a ediciones pasadas, y a través de la votación, porque ya han sido expulsados aquellos participantes que más calculadores se mostraron.

Los tácticos se van

Un ejemplo fue Jordana, que desde la primera semana generó un enfrentamiento bastante ficticio con un grupo de chicas por motivos que nunca se entendieron -se enojó porque tres compañeras protagonizaron un juego sensual con Javier y pensó que su abuela se iba a enojar al ver las imágenes, aunque ella nunca participó de la escena-, y les hizo una votación espontánea. O como Alan, especialista en analizar el juego con lujo de detalles, que terminó eliminado el domingo pasado con casi el 80 por ciento de los votos en contra.

El público prefirió a Andrea en ambas ocasiones, también hábil jugadora pero, a la vez, impulsiva e insegura, forme esto parte o no de su estrategia de juego. El público también prefirió a Celeste antes que a Solange, quien se presentó diciendo: "Quiero ganar porque éste es un juego y voy a jugarlo" y quedó eliminada a la segunda semana. Porque el atractivo de Gran Hermano consiste, precisamente, en ver cómo los jugadores se desenvuelven en una situación que de por sí ya es compleja, porque los obliga a ser parte de un juego, donde todos son las piezas del engranaje de una competencia, y a la vez a convivir con otros seres humanos, estableciendo relaciones de afecto o antipatía, poniendo en juego miedos, defectos y debilidades. Dicen que en el juego se ve cómo es la persona en realidad, si es mezquina, cobarde o traidora en la vida, lo será también en el juego. Y si es valiente, solidaria o tolerante, lo sabrá demostrar en todas y cada una de sus jugadas.

Pero en GH5 el engranaje del juego se ha vuelto tan explícito y manifiesto que ha cedido en complejidad y atractivo. "Cada día te quiero más, pero esto es un juego, afuera podemos tener una relación, pero acá no vinimos a hacer amigos". Estas palabras, dichas por Mariana, resumen lo que sucede en la casa de Martínez. La amistad y las relaciones de pareja están puestas entre comillas. Como la de Alan con Soledad, que terminó sin que nadie entendiera bien por qué y con él pronunciando frases como "esta mina es una histérica, ojo con ella porque es peligrosa".

Nadie confía en nadie y es muy difícil que estos chicos, que se mantienen tan distantes en sus relaciones, conmuevan al televidente o generen algún tipo de identificación. Lejos están el sufrimiento de Sebastián ante los desplantes de Leandro, la resistencia de Marianela ante el vacío de sus compañeros o el desconcierto de Diego ante la nominación espontánea de Marianela, en GH4. Aquí hay demasiada estrategia y muy pocos sentimientos.

Fuente: eldia.com.ar


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